El fin de semana ha sido, sin dudarlo, uno de los mejores de los últimos años. He tenido la ocasión de asistir al V Encuentro Poetas y Realidad. Se ha llevado a cabo en un enclave auténticamente paradisíaco: en el Monasterio del Santo Espíritu de Gilet, en la Sierra Calderona de la provincia de Valencia. En un ambiente distendido, de camaradas de versos, con alegría, rodeados de un paisaje realmente idílico. Asistiendo a cursos que nos han acercado mucho más a la pasión de la escritura poética. Recitales, ponencias-debate, talleres poéticos exprés, un emocionante recital donde hemos recordado a los compañer@s poetas fallecidos recientemente, poesía loca-provocadora-humorística-rompedora...
Y la convivencia con poetas llegados desde los puntos más distintos del país como Sevilla, Valencia, Madrid, Bilbao, Castellón, Córdoba, Lanzarote, Ciudad Real, etc.
En la hospedería del Monasterio, con unas habitaciones que daban a unas vistas realmente maravillosas, donde hemos respirado aire puro entre pinos, eucaliptus y nos hemos regocijado la mirada con algunas ardillas y aves que no vemos a diario ni mucho menos.
La compañía de mi compañera María José Mures y de dos estupendas amigas como son Concha García y Marisa Calero. El viaje de ida y vuelta agradable y simpático, con algunas paradas donde, aparte de comer, tomar café y alguna Coca-Cola, no ha faltado la ocasión de adquirir los famosos "Miguelitos" de La Roda. No hay quien se resista a ellos.
El sábado 20 participamos en la ponencia: "La Cocina de la Poesía", donde se plantearon cuáles son los mejores ingredientes para cocinar un poema, cómo empezar y acabar un buen poema, ¿hay algún condimento que no le vaya bien a la poesía? ¿los poemas son como las setas? ¿se diferencian las que salen espontáneamente de las cultivadas? o la cuestión de ¿poemas con sabor sofisticado para paladares exquisitos o poemas sencillos para cualquier paladar?
Opiniones de todo tipo y amistosas batallas de opiniones. Y hablando de batallas, también hemos participado cual intrépidas gladiadoras en batallas poéticas. No ganamos ninguna pero luchamos como jabatas.
Y nuestra admiración, respeto y enorme cariño al Padre Ángel, a Fray Ángel, que con esa mano que el Señor guía, nos ha preparado una fideuá y una paella para chuparse los dedos, dos platos realmente angelicales. Millones de gracias Fray Ángel por su simpatía y cariño hacia esta pandilla de poetas locos que le quieren y veneran.
Todo esto se lo debemos al gran Enrique Gracia Trinidad y al gran Rafael Soler. Son los auténticos culpables de este encuentro, ideadores de esta iniciativa sin igual. A ellos dos mil gracias y a tod@s l@s participantes que han hecho de esta idea un grandioso coliseo de la poesía. Esa "señora" que nos hace ser lo que somos y nos aporta la belleza y las ganas de vivir. Si Dios quiere, nos veremos de nuevo en Gilet, en la Isla de Pascua o en la Conchinchina, donde sea, donde haga falta. Pero, por favor, ¡eso sí! que no falte, que, como se dice por estas tierras de Andalucía: ¡que no nos falte de ná!
(Y, ahora, algunas fotillos del evento):
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